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“Las universidades están cansadas de los ránkings”

El País entrevistó en 2017 a Louise Simpson, la máxima responsable de The World 100 Reputation Network, asociación internacional que aglutina a directivos de estrategia, comunicación, marketing e internacionalización de instituciones académicas de 19 países.

Ha liderado investigaciones y estudios de consultoría de universidades y cuerpos de gobierno de Gran Bretaña, Japón y Europa. Ha concluido una tesis (MPhil) sobre cómo se mide la reputación y el impacto de las clasificaciones en la reputación de la enseñanza superior realizada en el Manchester Business School.

Antes de dedicarse a la consultoría, Louise fue director de comunicaciones de la Universidad de Cambridge y trabajó allí durante 10 años, en el campo de asesoramiento sobre relaciones públicas y asuntos públicos de la universidad y los colegios.

https://elpais.com/economia/2017/04/11/actualidad/1491908771_181493.html

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¿Cómo logramos que nuestros estudiantes sean embajadores de la universidad?

¿Cómo tenemos que trabajar si queremos que nuestros alumnos sean embajadores de la universidad? ¿Cómo pueden los equipos de comunicación contribuir a la mejora de la reputación de sus universidades? Recordamos algunas ideas de Mark Sudbury, presidente de Global Engagement de St Mary’s University, para sacar el máximo partido a una buena estrategia de comunicación con alumnos.

En primer lugar, el estudiante debe sentirse a gusto en la universidad, que se le permita vivir una experiencia universitaria plena. Para ello, hace falta que todos aquellos que forman parte del ecosistema  universitario ayuden a que la vivencia sea la mejor posible.

Por otro lado, es importante involucrar a los alumnos en eventos en los que ellos sean los embajadores de la universidad. Actividades o situaciones en la que puedan hablar de primera mano con futuros o posibles estudiantes. La idea clave es demostrar a los alumnos que tienen muchas oportunidades y que la universidad no les dejará solos.

Como última idea a destacar, Sudbury habla de la necesidad de encontrar una buena estrategia de comunicación. Hay muchas cosas y muchas oportunidades pasando alrededor, pero es necesario que la universidad tenga clara cuál va a ser su línea estratégica para así saber cómo actuar.

La clave de todo está en conectar la estrategia con lo que comunica la Universidad, considerando sobre todo aquellos mensajes que transmiten la historia de la universidad.

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¿Y qué hacemos con los rankings?

Los rankings universitarios desempeñan un papel vital en la conversación sobre reputación y calidad universitaria, desde el nacimiento del U.S News & World Report en 1983.

En principio, cualquier persona puede acudir a cualquier ranking para tener estimaciones de la reputación de una universidad. Sin embargo, la forma tan simplificada en la que son accesibles así como la forma en la que se estandarizan las evaluaciones de calidad a una única cifra, convierten esta herramienta en un arma de doble filo.

Víctor Pérez-Díaz y Carlos Rodríguez[1] consideran, en el Position Paper del Building Universities Reputation 2015, que los rankings permiten otorgar luces a un proceso que en muchos países suele llevarse a oscuras.

Pero cada ranking no es igual. Por ejemplo, si nos interesa medir la reputación de investigadores y profesores, consultaremos el Times Higher Education que desde el 2010 evalúa a otras universidades tanto en su función investigadora como de enseñanza; en cambio, si somos futuros alumnos, el U.S News & World Report es un instrumento clave para elegir la universidad que nos formará como profesionales.

El Times Higher Education sirve para medir la reputación de investigadores y profesores; el U.S. World & Worls Report, para elegir la universidad

 

Pero, atención, los rankings a pesar de ser fuente y medida de reputación reciben tres críticas principales:

  1. El exceso de indicadores de input y outputs que no son relativos a  factores clave de la reputación como la actividad de los antiguos alumnos o el entorno de la universidad.
  2. La simplificación de la reputación universitaria a una única variable: la puntuación en el ranking.
  3. La falta de exactitud en las ponderaciones para construir el indicador resumen. Es decir, a veces se otorga más peso a la investigación que a la enseñanza, otras el juicio de los profesores o directivos importa más que los indicadores objetivos, entre otros.

Dos efectos perjudiciales

Asimismo, Pérez-Díaz y Rodríguez hacen mención a dos efectos no deseados sobre el uso de los rankings que debemos tomar en cuenta. En primer lugar, la cristalización de la reputación, que responde a cómo para los encuestados en un ranking puede pesar en su juicio los primeros rankings publicados, por lo que, aunque los datos objetivos de la universidad hayan cambiado, las opiniones quedan ancladas a estimaciones de reputación anteriores.

El segundo efecto está relacionado con la posibilidad de estimular formas de competición entre universidades que no son deseables. Por ejemplo, se puede desvirtuar el proceso de selección de estudiantes, despistando a las universidades públicas de su meta tradicional de proporcionar acceso a la universidad a todos los estudiantes cualificados. También pueden contribuir a una carrera por la reputación con efectos tales como la inflación de los costes, la creciente desigualdad de ingresos entre las distintas instituciones y una mayor estratificación de las universidades según la composición social de su alumnado. Otros rankings, con distintos indicadores y ponderaciones, formarían según los autores, una forma de competición más saludable.

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NOTAS

[1] Analistas Socio-Políticos y autores en el 2015 del Position Paper sobre Reputación de las Universidades para el primer congreso internacional Building Universities Reputation

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Los alumni, embajadores de la reputación de la universidad

Una experiencia del estudiante es positiva y memorable, crea un sentido de pertenencia que tiene vocación de permanencia

Si tomamos como punto de partida la definición de reputación como “calidad percibida”, la buena imagen de las instituciones universitarias tiene una base objetiva -la calidad de la labor  académica-  pero requiere también de un buen trabajo de comunicación.

El cultivo de la reputación necesita una visión de 360 grados, una mirada que incluya a los diferentes stakeholders de la universidad: alumnos; empleados; empresas y empleadores; reguladores; entorno, entre otros. La universidad mantiene relación y establece un diálogo con esos grupos de personas, les informa y tiene en cuenta su opinión y sus expectativas; la universidad enseña y a la vez aprende.

El vínculo del alumni nace y se fortalece sobre todo en su paso por la universidad. Si la experiencia del estudiante es positiva, memorable, se crea un sentido de pertenencia que tiene vocación de permanencia. Ese vínculo afectivo o moral fomenta en el estudiante un sentido de responsabilidadque le lleva a poner los medios para ayudar a las siguientes generaciones de universitarios. Así, los alumni se involucran de diversas maneras, participando en actividades curriculares o extra curriculares, compartiendo su experiencia, ofreciendo su consejo.

De entre las muchas y variadas formas de colaborar, hay dos que merecen particular mención: una es la ayuda al empleo, que es uno de los temas de preocupación más serios de los universitarios; y otra es la contribución económica, tanto en forma de becas como con otras modalidades, especialmente las que facilitan la financiación de la investigación.

Pero la universidad no puede limitarse a pedir ayuda a los alumni. En virtud de esa relación que perdura, la universidad tiene que  aportarles algo relevante. Las nuevas tecnologías hacen posible que se les ofrezca formación profesional permanente, oportunidades de especialización, tanto de modo presencial como digital. También los alumni son sensibles a la carrera profesional, no solo para el primer trabajo, sino también en otras fases de la trayectoria vital. Además, la  universidad propicia ocasiones de networking profesional y momentos que sirven para mantener vivas las relaciones personales que surgieron durante los años pasados en el alma mater.

La relación con los alumni lleva consigo un trabajo articulado, que comienza con la adecuada atención a los estudiantes, continúa con una comunicación permanente con ellos al abandonar las aulas, requiere un buen servicio de carreras profesionales, en estrecha relación con las empresas y una cartera actualizada de actividades de formación permanente.

Por la movilidad de los alumni, la atención de estas tareas no es posible sin un buen soporte tecnológico y una adecuada organización, especialmente de los aspectos económicos y financieros ligados a la captación de fondos.

El vínculo de la universidad con los estudiantes permanece en el tiempo. Cuidar la relación permite que la universidad siga aportando a sus alumnos, y que los alumni contribuyan a la universidad donde se formaron. Si se logra un vínculo estable y satisfactorio para todos, los alumni son factores activos de la reputación de la universidad. Son sus mejores embajadores ante otros posibles alumnos, donantes y empleadores. Un alumni comprometido es un indicador incuestionable de calidad.

Este 2, 3 y 4 de octubre, durante el congreso Building Universities’ Reputation 2018 se plantearán estos temas y otros similares. Además de contar con ponentes internacionales con experiencia, la participación de los asistentes será fundamental para enriquecer el programa. Una ocasión única de potenciar la relación de la universidad con sus alumni.