El diario ABC publicó una nota periodística este domingo 23 de septiembre sobre la importancia de la formación continuada. Aitor Larrabe, Director de Talento de Ferrovial, destacó el importante papel de la formación continua de calidad que ofrecen lass universidades a sus graduados.
Por Aitor Larrabe, Director de Talento, Ferrovial
En nuestro entorno suceden muchas cosas. Todas ellas resultan importantes y, además, parece ser que pueden impactar con bastente probabilidad en nuestras empresas y trabajos.
Asimismo, se ha extendido la idea de que todos debemos saber de todo: sobre tecnología, actualidad mundial, economía, sociología…Conviene entender la globalidad y estar familiarizados con distitnos modelos de negocio. En efecto esa percepción es una realidad.
Esto se debe, en buena medida, a que cualquier tema en cualquier área puede representar una amenaza- desde la falta de liquidez de los mercados asiáticos hasta que un robot ejecute mi trabajo-; puede ser una oportunidad-esa tecnología ejecuta automáticamente la parte más tediosa de mi trabajo-; e incluso un mismo hecho, bien liderado y manejado, se convertirá en una oportunidad, pero si lo descuido- como el conocimiento de mis clientes- se transformará en una grave amenza.
En este contexto tan complejo hay, sin embargo, una sencilla solución: basta con aprender a olvidar.
Olvidar, en primer lugar, que la formación individual depende de otros
En vez de quedarnos a esperar que me «convoquen a un curso», hemos de encontrar aquello que nos impulse a avanzar, sea en nuestro trabajo actual, proyectándonos hacia un trabajo futuro o en el conjunto de nuestra vida. En general, se trata de nunca dejar de aprender.
Olvidar el paradigma de que basta con saber un poco de todo o mucho sobre algo
Los roles especializados, y también los generalistas, siguen requiriendo de profundidad y cierta perspectiva. Se trata, al final, de diferenciar entre los temas de los cuales debemos conocer al menos algo y aquellos en los cuales no hay más opción que ser expertos.
Olvidar que solo se aprende «en el trabajo»
Con frecuencia, las personas que más aportan a la empresa son aquellas que incorporan distintas perspectivas en su vida, de modo que lo aprendido en un entorno lo aplican también a otro. Esa competencia, que podríamos llamar «reconocimiento de patrones», genera, por ejemplo, la capacidad de trasladar aspectos del deporte a la propia empresa, o de trabajos de voluntariado al ámbito profesional (y viceversa), de la educación de los hijos a la gestión de equipos, etcétera. Si permanecemos atento a nuestra vida personal, nos daremos cuenta de que existen infinidad de aspectos con aplicación en la esfera laboral.
Olvidar que formarse solo implica pensar
Por ejemplo, si sabemos que un buen gestor de personas requiere de un entorno de confianza para sacar el mayor partido a las ideas de su equipo, no vale solo con pensarlo. Es necesario «pasar a la acción». Hace poco escuché decir: «No es posible dirigir (maniobrar) un coche aparcado. Hace falta movimiento para poder hacerlo».
Olvidar la tendencia a no reflexionar
Parece que estamos abocado a ello por la velocidad y complejidad que nos rodea. No obstante, es bueno revisar la dirección e intención de nuestras acciones, el modo de ejecutarlas y confirmar, además, que se encuentran alineadas con los objetivos previos. Este ejercicio debe ser constante, de modo que ajustemos nuestras acciones tanto desde el éxito como desde el fracaso. En último término, si lo que hacemos no lo vemos ni como éxito ni como fracaso…puede que lo que estemos haciendo no merezca la pena.
Se trata, a fin de cuentas, de observar, escuchar, enseñar y fallar- por qué no- pero con inteligencia. También de hacer acopio de humildad para aprender siempre. En especial, en aquellos campos que no dominamos. Y asegurarnos de que existe una intención en todo aquello que ejecutamos- aunque solo sea el mero disfrute-, sin perder de vista el valor de compartir nuestros conocimientos con otros.
A esta lista de acciones imprescindibles se suma, para quienes tienen la responsabilidad de liderar personas, una tarea adicional: afianzar un entorno de respeto e incentivo al aprendizaje, así como mecanismos que faciliten la incorporación de todo ese bagaje y que ayuden a que el talento de las personas llegue a los ámbitos clave para la empresa.
En el apoyo al aprendizaje permanente, las universidades son protagonistas por su capacidad para ofrecer a sus graduados una formación continuada de calidad. De este, y otros aspectos cruciales, trataremos en el congreso BUR (Building Universities’ Reputation), que tendrá lugar los días 2 y 3 de octubre en el campus de la Universidad de Navarra en Madrid.
Artículo de opinión escrito en ABC – Empresa, el día 23 de septiembre de 2018